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El tiempo en que yo vivía en México durante la  década del 50 solía visitar a Alaide Foppa de Solorzano, quien años más tarde moriría cruelmente torturada en manos de los militares guatemaltecos. Una mujer increíblemente culta que se mantuvo en el exilio sosteniendo sus talentos básicos, asistiendo pacientemente a reuniones donde los hombres discutían de política y las mujeres se sentaban afuera como no participando. En ese tiempo yo pensé que ella era política. Nada podía estar más errado, fue ella en ese momento quien inventó su propia visión política. En 1960, ella empezó una serie de programas radiales sobre mujeres para la radio de la Universidad de Ciudad de México, y más tarde fundó el diario feminista Fem. Al finalizar los años 70, dos de sus hijos estaban peleando por la guerrilla guatemalteca y ella voluntariamente ofrecióGabriela Gamboa sus servicios como correo. Cuando se me solicitó escribir una reflexión sobre feminismo para NACLA al instante fue la primera persona que me vino a la mente no sólo por Fem sino por que su feminismo estaba profundamente unido a un sentimiento de destrucción de la izquierda ortodoxa y a una necesidad urgente de encontrar nuevas formas de activismo político. 

 Volviendo a los pasados 30 años he notado que las primeras expresiones del movimiento feminista en América Latina se  han convertido en un inmenso complejo heterogéneo y a menudo contradictorio. Donde esta heterogeneidad fue más evidente es en la Cuarta Conferencia Mundial de Mujeres realizada en Beijing en la reunión paralela de organizaciones no gubernamentales. En Huairou, en 1996, donde asistieron 20 mil representantes gubernamentales, había 30 mil mujeres de ONG de todo el mundo. La presencia latinoamericana fue significativa. Representante de 250 organizaciones feministas vinieron de México mientras que 300 mujeres brasileñas asistieron al forum de Huairou.

Tal diversidad no puede ser registrada en un sólo artículo y estas reflexiones no pueden pretender ser exhaustivas. Más bien, su punto de interés está en algunas actitudes feministas que aparecen con inflexión diferente en América Latina al hablar de la militancia la ciudadanía y la transnacionalización.

La participación de mujeres en la esfera pública hoy día es de tal proporciones que difícilmente podía haber sido imaginado en 1962 cuando NACLA mostró la opresión de las mujeres en una edición especial titulada Mujeres en la Lucha. En ese período Cuba era aún considerado la vanguardia del cambio revolucionario. En ese número del año '72 de ANCLA se da cuenta de la muerte de la búsqueda de "las condiciones completas que existen en América Latina y el efecto del imperialismo sobre las mujeres en la zona". El basamento teórico de este reportaje era un ensayo reimpreso del diario cubano Casa de las Américas, cuyo titulado hace una ciencia de la liberación de la mujer y cuyos coautores son Isabel Larguia y John Doumulin.

Nora Correas1.- Escritos apoyados en textos canónicos de Engels, Lenin y Castro, los autores dan cuenta de una serie de factores universales en la opresión de la mujer como la división sexual del trabajo el consumismo (los autores lo llaman economicismo femenino) e ideología, pero ellos están lejanos de algunos problemas contractuales. Larguia y Doumulin no analizan porque la subordinación de la mujer ha sido tan persistente a través de la historia, por ejemplo porqué el ingreso de las mujeres en el lugar de trabajo no ha cambiado su situación subordinada. Lo que vemos más bien es un vano intento de mostrar la opresión de la mujer en el proletariado, los autores hacen de esta su gestión cuestionable en la cual hablan de "la clase suicida de la dueña de casa y la de sus tacos altos en un día difícil de trabajo en la fábrica".

Más significativamente en el ensayo y el reportaje entero de NACLA asumen que la lucha armada es la más pura forma de militancia y  Larguia y Doumulin dicen por ejemplo que "la masa de mujeres debe estar preparada para su participación en la guerra y de ser admitida en la fuerza armada". Junto con la ilustración de mujeres en su lugar de trabajo la edición también trae ilustraciones de mujeres que llevan armas.

  La portada nos muestra el asesinato de Jessie Macchi, una líder de los tupamaros en el movimiento guerrillero uruguayo. Yo supongo que esto es asumir que el movimiento de liberación en la mujer latinoamericana debía ser el resultado de la lucha armada, esto es una de las más notables diferencias entre entonces y hoy. La idea que el cambio revolucionario estaba en el horizonte de un continente era un asumir sin razón esat lucha en los inicios de los 70, como Wilma Espín directora de la Federación de Mujeres Cubanas dijo en una entrevista que apareció en el reportaje en NACLA. Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado que el fusil no era en realidad el instrumento ideal para permitir la liberación de la mujer.

 Muchas mujeres participaron valientemente en la lucha armada en los años 70. A pesar de algunas situaciones brillantes en la Cuba revolucionaria, Nicaragua y en Chile bajo Allende muchos de los problemas reales nunca fueron confrontados. Aunque Cuba introdujo una ley progresiva familiar su récord en otras áreas relativas al género fueron menos precisas. En 1974 Fidel Castro   mismo reconoció que el 6% de los cargos y funcionarios del Partido eran mujeres, en realidad las políticas cubanas hacia las mujeres emergieron no de un cuidadoso análisis y revisión del marxismo sino del pragmatismo. Esta cuenta (y por supuesto que no hay nada malo con esto) presenta el fuerte énfasis de traer mujeres a la fuerza laboral y a los hombres a compartir responsabilidades familiares. Pero otras políticas como la persecución de homosexuales especialmente en los años 60 y al inicio de los 70 reforzó la idea del machismo en la ley familiar supuestamente combatida contando que el problema eran las políticas gubernamentales que estaban basadas en asumir los problemas de la mujer más que en la situación de género. El pragmatismo del gobierno cubano en relación a las políticas sexuales han sido mucho más permisivas como es su reciente mirada en a prostitución. Mientras que en la prostitución en los años 60 era estudiada como un pernicioso efecto del capitalismo y todos los esfuerzos eran llevados a reeducar a las prostitutas e incorporarlas hacia la fuerza laboral, hoy día el comercio sexual no sólo es tolerado sino que es estimulado por los intereses de la industria turistica.