"Ya sabéis que en nuestros escenarios alemanes cualquiera intenta lo que mejor le place. En este día pues ¡no escatiméis ni decorado, ni tramoyas! ¡Usad la luz del cielo, pequeña y grande, derrochad las estrellas!. ¡Que nada falte, agua, fuego, rocas, animales ni pájaros! ¡Llenad aquellas tablas con todo lo ancho de la creación, y caminad con mesurada prisa del cielo hasta el infierno, pasando por la tierra!"

W.Goethe, Fausto

Desde que el teatro existe, se ha pretendido que refleje el universo del hombre y lo represente en imágenes llenas de significación en el escenario. Sobre las tablas de este escenario-mundo, el teatro recurre a los símbolos y a la apariencia de la realidad escondida detrás de los textos estéticos. La bella apariencia del teatro es el goce de sus espectadores, cuando a través de la ventana del escenario reconocen a su propio mundo y a sí mismos como imagen. Hoy esperan, incluso exigen, su poderosa puesta en escena como un paroxismo del autoreconocimiento.

En los inicios de todo arte teatral se adjudicaba el efecto de la impresión conmovedora a la palabra hablada Las fuentes antiguas corroboran esta visión. Aristóteles escribió en su "Poética': "Porque el efecto de la tragedia se manifiesta también sin representación y sin actores". Por ello considera la escenografía como la parte menos artística del teatro, por ser la más adecuada de la poesía. Por cierto, está consciente de su poder para producir efectos, pues en otra parte dice "... de manera que necesariamente una primera parte de la tragedia sería la decoración escénica, luego la música y luego el discurso....", sin embargo le da poca importancia".

En el transcurso de los siglos, toma mayor realce la imagen en el escenario que la palabra. El aspecto visual de la representación adquirió cada vez mayor importancia frente al texto, la dirección y la acción. En la medida en que la representación debía ser no sólo reproducción, sino ante todo interpretación de un texto -contemporáneo o clásico -, se le otorgó mayor participación a la escena y desde entonces la dirección teatral busca cada vez más la colaboración de los artistas públicos. A principios del siglo 20, se opera una drástica transformación del teatro, cuya manifestación más nítida es el cambio que le dieron a la expresión. Tanto el escenario como la sala fueron sometidos a la nueva voluntad de expresión subjetiva.

Desde las primeras, decoraciones de escenario de los años del Renacimiento, pasando por la invención de los decorados móviles de la época barroca hasta el desarrollo de un nuevo lenguaje a partir de los años 60 mediante la unión de las ficciones de director y escenógrafo en una sola persona. Las artes plásticas siempre han dado nuevos impulsos al teatro, estimulando su desarrollo. Esta constatación motivó nuestra exposición "El Ojo Escénico". Dedicado preferentemente a aquellos que no tuvieran experiencias previas en materia , a entrar en un diálogo imaginario con el teatro y de reflexionar sobre la interacción entre dirección, puesta en escena, escenario, actores y público, sin estar sometidos a las condiciones restrictivas de una producción teatral especifica. En su gran mayoría, los artistas diseñaron obras en forma totalmente libre u orientadas en textos literarios, en las cuales aplicaron sus propios conceptos artísticos al teatro. De esta forma, la exposición es la manifestación visual del diálogo entre dos disciplinas artísticas en estrecha interacción. A modo de un "dialogue-in-progress", en cada lugar de exposición, este diálogo podrá recibir un nuevo impulso, aprovechando cada nueva situación local para confrontaciones siempre nuevas y fructíferas. Tal como ocurre en cada representación teatro cada estación provocará una nueva interpretación del tema.